martes, 25 de junio de 2013

Yo declaro


No se trata de rivalidades, no se trata de discutir sobre la piel compartida, de competir por el número de conquistas del uno y el otro, ni preocuparse de si los otros te dieron un beso aquí o allá, lo hicieron de un modo distinto o semejante al mío, aportaron más placer.

Tampoco consiste en reprimir los celos ni ponerse en la vengativa posición de censurar las caricias. Tampoco significa que seamos mejor o peor que nadie.

Son el tiempo y el espacio las dimensiones eternamente enfrentadas que puntualmente colisionan. Entonces es nuestro momento, y las bocas se aproximan y los alientos se tocan y las manos resbalan  por las respectivas superficies al descubierto de nuestros “yo”.

Quizás tu las prefieras de tu tierra, auténticas, con la psicología exacta de las mujeres del país, la manera de moverse, de vestirse, de hablar, de plegarse a los designios del macho. Pero yo no soy así, no soy ni de aquí, ni de allá, ni me interesa tener una patria. Pero a mi no me importa si a quien doy amor es blanco o negro o chino o indio o tiene camisas bonitas, o prefiere esto en lugar de aquello. Lo que realmente me importa es que estamos, que queremos, que en ese momento, en ese fortuito encuentro del espacio con el tiempo nos deseamos y compartimos. Y hasta amamos.

Somos jóvenes, deliciosamente jóvenes.

Vivamos 

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