Porque prefieres ignorar los abismos que se abren con tus pasos a asomarte a ellos y palpar sus profundidades. Porque para tí las profundidades se han quedado en charlas vanas, adormecidas en la atmósfera pastosa de las madrugadas civiles.
Porque te muestras erguida, henchida, cubierta de tus metales pesados que relucen y al mismo tiempo aplastan. Y te pavoneas ante un público abatido y agónico, agitando ante sus miembros rotos los abrigos que antes lo cubrían.
Porque te haces llamar "primer mundo".