alone in the sky
dying in silent
Tell me about the sacrifies,
about one God made in metal
with no eyes
Tell me about you
sitting there
staring at me
so quiet
Tell me about the died starts you have collected,
Y yo me pregunto, frente a las suntuosas puertas, de cara a los altares repujados y los pretenciosos retablos, girando la cabeza hacia los techos y las cúpulas infinitamente altas y engreídas ¿A que vienen las gárgolas pendientes de los muros, los pequeños demonios tallados en el coro o esculpidos entre las cenefas del púlpito? Dragones, sátiros, arpías. ¿Cómo es posible que unas construcciones destinadas a acercar al humano al reino pacífico de Dios esté plagada de tantos monstruos profanos? ¿Son un chiste? ¿La burla silenciosa de los artistas mal pagados? ¿O simplemente un guiño a los supersticiosos, arraigados en las creencias milenarias de los pueblos? Y yo me pregunto, los teóricos que denuncian la riqueza de la Iglesia, observando con indignación el oro en los altares, ¿se han detenido a observar también esas figuras?, ¿alguno de ellos habrá pensado “aquí está, la denuncia del pecado”?